viernes, 6 de mayo de 2011
Y AL FINAL...
Y al final, qué más da...
Nos podemos esforzar en construir una vida con una apariencia convencional, una familia al estilo de las que tuvimos y buscar una lógica esquemática de continuidad y tradición para sentirnos seguros y organizados.
Podemos creer que el amor forma un grumo a cuyo alrededor nos sentimos siempre a salvo, y ver en la familia un núcleo retroalimentado por amor que, como si de un planeta se tratase, nos atrae siempre con su fuerza centrípeta y al cual siempre volvemos o a veces hasta nos precipitamos a ella en una enorme caída, como aquellos astronautas que regresan en una pequeña cápsula que cae en paracaídas en pleno mar exhibiendo la inevitable bandera de barras y estrellas.
Y no entendemos que el sistema es mucho más imprevisible, que somos pequeños seres que nos debatimos por vivir los escasos 80 o 90 años que en el mejor de los casos se nos conceden, que somos extremamente frágiles, como lo son todas nuestras obras .
Que nuestros retoños no están más seguros que los de cualquier otro animal, ni existe cualquier garantía de sobrevivencia.Que todo es mucho más azaroso de lo que queremos entender.
Y el amor?
Queremos el amor porque en él lamemos pedazos de cielo futuro y eterno. En realidad el amor es lo único que nos conecta a la esencia de las cosas. El amor sobrevive a la muerte, y el Cielo que nos espera es un mar de amor en el cual nadaremos cuando nuestro cuerpo ya no exista. Pero, mientras existimos en nuestra forma terrena, queremos pequeños anticipos del Gran Amor porque somos impacientes y queremos sentirlo ya, ahora.Hay que dejarse llevar porque la vida es un accidente y sólo seremos plenos cuando ella termine en esta forma que conocemos.
Y en nuestro afán de lamer la eternidad, el amor entre un hombre y una mujer se presenta como la muestra más intensa.Por eso nos gusta tanto,y por eso soñamos con él cuendo no lo tenemos.
Y al final...qué más da... .
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