Sentado al borde de una butaca, en primera fila, con las entradas en la mano, fragancias, labios mordidos. Tiene que venir - susurro -, y miro de izquierda a derecha, ¿vendrás? - te pregunto - ¿esta noche?, ¿mañana?
Me faltas y con ello, sobrevienen las calamidades más silenciosas.
Corazón expuesto al guiño solar-lunar.
Te extraño tanto…
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